El mayor engaño fiscal de la historia

Paul Krugman le pasa revista al proyecto de reforma de impuestos que impulsa la administración de Donald Trump, y que este fin de semana pasó un debate crucial en el Senado de Estados Unidos.

A Donald Trump le gusta declarar que cada una de las cosas buenas que ocurren mientras ocupa la presidencia —el crecimiento laboral, el aumento en los precios de las acciones, lo que sea— es la más grande, la más grandiosa y la mejor que ha habido. Después, aquellos que se dedican a confirmar la veracidad de los hechos opinan y determinan de inmediato que la afirmación es falsa.

Sin embargo, lo que está ocurriendo en el senado en este preciso momento realmente merece los superlativos trumpianos. El proyecto de ley que los líderes republicanos están tratando de aprobar a como dé lugar esta semana sin sesiones, sin tiempo incluso para un análisis básico de su posible impacto económico, es el mayor engaño de la historia. Es una estafa tan grande que ni siquiera queda claro a quién están estafando: a los contribuyentes de la clase media, a la gente a la que le importan los déficits presupuestales o a ambos.

No obstante, una cosa es clara: de una u otra forma, el proyecto de ley dañará a la mayoría de los estadounidenses. Los únicos grandes ganadores serían los ricos —en especial aquellos cuyos ingresos provienen principalmente de sus activos en lugar de que trabajen para vivir— además de los abogados fiscales que harán su agosto explotando las muchas lagunas que genera la legislación.

El meollo del proyecto de ley es una enorme redistribución del ingreso de las familias de ingresos bajos y medios a las corporaciones y propietarios de negocios. Las tasas de los impuestos corporativos disminuirán visiblemente, mientras que a las familias comunes les quitarán los pesos y los centavos a través de una serie de cambios fiscales, de los cuales ninguno es la gran cosa, pero en conjunto representan un importante aumento a los impuestos de casi dos terceras partes de los contribuyentes de la clase media.  (Lea «¿Es verdad que Trump le rebajó impuestos a los ricos?»)

Además, el proyecto de ley revocará parte de Obamacare, de tal forma que reducirá de manera drástica la ayuda para las familias de bajos ingresos y aumentará el costo de la infraestructura para muchos en la clase media.

Tal vez se pregunten cómo es que el senado podría aprobar una cosa como esa. No obstante, ahí es donde entra el engaño.

Aunque la estructura subyacente del proyecto de ley implica elevar los impuestos a la clase media, el proyecto de ley también incluye varias exenciones fiscales que, en un principio, compensarían estos aumentos de impuestos. En consecuencia, en los primeros años, la mayoría de las familias de clase media verían modestos recortes fiscales.

No obstante, la palabra clave aquí es “temporal”. Todas esas exenciones fiscales se reducirán con el tiempo o tienen programada una fecha de caducidad en algún momento; para 2027 el proyecto de ley es, como he dicho, un aumento de impuestos a la clase media usado para pagar los recortes fiscales que benefician principalmente a los ricos.

¿Por qué alguien querría escribir un proyecto de ley lleno de disposiciones que se evaporan con el tiempo? No tiene ninguna lógica económica ni dentro de las políticas públicas. En cambio, tiene que ver en su totalidad con salirse con la suya, crear un espacio seguro para las evasivas políticas.

Les diré cómo funciona: si señalan que el proyecto de ley favorece enormemente a los ricos a expensas de las familias comunes, los republicanos señalarán hacia los próximos años, cuando la naturaleza de la guerra de clases del plan se obscurezca por esas exenciones de impuestos temporales y afirmarán que, sin importar el texto de la ley, el congreso, de hecho, hará que esas exenciones fiscales sean permanentes más adelante.

Pero si señalan que el proyecto de ley es fiscalmente irresponsable, dirán que “solo” aumenta el déficit 1,5 billones a lo largo de la próxima década y después de eso no aumenta los déficits en absoluto; porque, verán, esas exenciones fiscales expirarán para 2027, de tal modo que los aumentos repentinos a los impuestos elevarán bastante los ingresos públicos. Por cierto, la afirmación de que los impuestos de la clase media aumentarán es esencial para aprobar el proyecto de ley: solo los proyectos de ley que no elevan los déficits después de diez años pueden evitar la obstrucción y ser promulgados por una mayoría simple en el senado.

El meollo, claro está, es que ambas afirmaciones no pueden ser verdad. O bien este proyecto de ley es un enorme aumento de impuestos a la clase media o un enorme “destroza impuestos”. ¿Cuál de los dos es? Nadie lo sabe en realidad; probablemente ni la gente que escribió esa monstruosidad. Sin embargo, van a estafar a alguien… y a lo grande.

Ah, ignoren las afirmaciones de que los recortes fiscales de las empresas arrancarían la economía y se pagarían solos. De los 42 economistas ideológicamente diversos que encuestó la Universidad de Chicago sobre el impacto de los planes fiscales republicanos, solo uno estuvo de acuerdo en que conducirían a un crecimiento económico importante, mientras que ninguno estuvo en desacuerdo con la propuesta de que aumentarían de manera considerable la deuda de Estados Unidos.

Entonces, estamos ante una estafa inmensa. Aunque la naturaleza exacta de la estafa puede no parecer clara, las familias estadounidenses comunes acabarían siendo las víctimas de cualquier forma.

Supongamos que esas exenciones fiscales acaban siendo permanentes, de tal modo que el déficit presupuestal aumenta a largo plazo. ¿Entonces, qué? Conocen la respuesta: los republicanos retornarían de golpe a la excusa de que son halcones del déficit y exigirían una “reforma de subsidios”; es decir, recortes en Medicare, Medicaid y la Seguridad Social, programas de los que dependen las familias comunes. De hecho, ya están hablando de esos recortes; encendieron el interruptor incluso antes de que los incautos muerdan el anzuelo.

¿Lograrán sacar adelante esta enorme estafa? La razón por la que están apresurando esto a la sala del senado sin una sola sesión, sin una evaluación completa de los árbitros oficiales del congreso, es su esperanza de que puedan aprobarla antes de que la gente se dé cuenta de sus intenciones. La pregunta es si hay suficientes republicanos y senadores con principios, que crean que las políticas no se deben vender con mentiras, para que detengan la prisa de este zángano.

The New York Times 2017

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