La relación entre River Plate y Colombia no es tan vieja. De hecho, el tiempo, siempre elástico, nos dice que el primer jugador de nuestro país llegó al cuadro millonario en 1998, cuando el club argentino ya le había ganado dos Copas Libertadores al América de Cali (1986 y 1996). La directiva del conjunto de la banda cruzada sabía del talento de los futbolistas nacionales, pero no se había decantado por uno en especial. Hasta que apareció un joven alto, gran cabeceador, con potente remate y que pensaba en gol sin necesidad de ver el arco. Un goleador nato, la expresión utilizada por los puristas. Juan Pablo Ángel. Su gran campaña con Atlético Nacional (54 goles) le garantizó un puesto en River, le dio la oportunidad de ser pionero y de recorrer el camino antes que otros.
Debutó el 20 de febrero en el empate 2-2 con Rosario Central en la segunda fecha del Torneo Clausura. El entrenador Ramón Díaz vio su llegada como un regalo del destino y lo puso siempre por delante de Pablo Aimar y Ariel Ortega, y junto a Javier Saviola, una de las delanteras más letales del continente en la década de los 90. Campeones en el Apertura de 1999, con Ángel como goleador del torneo (13 tantos), y en 2000, Juan Pablo pasó de ser un refuerzo para convertirse en ídolo y ser reconocido por una hinchada sacrificada y exigente.
El segundo colombiano en llegar al equipo de Núñez no fue un delantero, sino un defensa del Deportivo Cali, delgado, rápido y con la mentalidad de metérsele a un tren si fuese necesario. Cualidades que llaman la atención en cualquier cuerpo técnico, defensores temerarios y sin nada que perder. Mario Alberto Yepes arribó en 1999, coincidió con Ángel y también se ganó no sólo el cariño de la gente, sino algo más importante: el respeto.
Pero así como triunfaron Juan Pablo y Mario Alberto, hubo un grupo que tuvo menos brillo. También llegaron con altas expectativas, pero que al final hicieron de su paso por River algo efímero, tanto que pocos recuerdan que estuvieron allí. Es el caso de Jersson González, Kilian Virviescas, el volante 10 que fue obligado a jugar de lateral, Jairo el ViejoPatiño y Juan Carlos Toja, además de Carlos Valencia.
Jugadores con pocos números, una que otra buena actuación y que pasaron de manera fugaz. Ya en 2001, otro joven delantero, ágil y vehemente, arribó a Buenos Aires para hacer proceso con el River. En 2005 debutó, más exactamente el 6 de marzo, en un encuentro contra Instituto de Córdoba en el Monumental. Reinaldo Merlo lo mandó a la cancha por Gastón Fernández, en el minuto 41. Así Radamel Falcao García sumó sus primeros minutos de una historia que llegó a 111 partidos oficiales, 45 goles y la corona en el Clausura de 2008 bajo la dirección técnica de Diego Simeone. Junto al Tigre, otro colombiano estuvo en el Millonario:Nelson Rivas, quien salió campeón y pronto se fue al Inter de Italia.
Seis años después apareció un tridente fulminante, un colombiano en cada línea del onceno titular de River, la columna del equipo de Ramón Díaz. Éder Álvarez Balanta en la defensa, Carlos Carbonero en el mediocampo y arriba Teófilo Gutiérrez. Con los tres en el terreno de juego River fue campeón en 2014. Convencieron, fueron comprendidos, unos más que otros, y pudieron festejar un título en Argentina.
Hoy en día, Rafael Santos Borré es el único representante de una estirpe que con caídas, amores, odios y buenas y malas presentaciones se ha ganado un lugar en uno de los clubes más importantes del continente. Hasta hace unos días era el último de la cadena, hasta que Marcelo Gallardo llamó a Juan Fernando Quintero para tentarlo con viajar al sur para ser parte de su proyecto. La idea de juego del antioqueño, diferente, le gusta al Muñeco, el DT que quiere tener a otro colombiano bajo su mando, para rememorar épocas mejores, tiempos en los que entender a River mismo era ir al fondo y darse cuenta del gran aporte de los futbolistas nacionales.